Mortecina el ave quedó tirada,
luego que
un sucio animal
gélido embustero,
le desbarató con sonrisas el nido,
apartóse a un pedregoso camino,
bastándose sola para arrancarse
del alma sañudo destino.
Sin igual en plumaje,
indómita ave,
bien engalana sórdida
un ropaje de hierro,
vomita el maloliente trago
que ha bebido silente y mordaz
de tan falaz pendenciero.
Noctambula descansa con la luna,
apacigua largo vuelo
surca en abrasador
frío de duelo,
enajenada escapa atravesando bruma,
se pierde en el hoyo negro del cielo.
El ave moribunda lleva dolor mortal,
una sola lágrima reposa,
en sonrisa vívida y
plena se destroza,
volviendo a perpetuar,
algunas dichas o ilusiones
podridas que perduran!.
Entonces...
soñando vuela al más allá,
donde todo tiene gentil y magna cura.
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