No cabía yo en ti,
pero tu morías perfecto en mí,
no hay vida después de tu cuerpo,
aun tu mirada me suplía todo,
sin más remedio.
En dos efímeros pensamientos,
diluyéndose estaban
nuestras almas,
en ímpetu y en viento
soplaron fuego nuestras ansias,
arrancándose la piel, los ojos,
bajo la luna menguada.
Alborada nos sorprendía,
yo feliz en tu boca,
me enjugaba,
dos corazones que
noctámbulos ardían
pues,era yo aprendiz,
en tus manos abrazadas.
En tus brazos,morir de amor,era dulce vivir de todos los días.
Ady Alonit