El bosque estaba denso y oscuro,
caminaba lánguida,
pálida desfallecida,
Esterliz,casi encorvada
no pisaba suelo,
con sus manos en carne viva
apartaba su cabello,
rizado y sucio,
hacia juego con sus ojos,
dos cristales almendrados,
en luto y duelo.
A la guerrera se le había pasado el efecto,
banquete de opio y vino,
seducida por dragones,
potestades de maldad,
acariciada por apestosos hombres,
ella había sido vendida a moneda falsa,
violada con veneno mortal,
como se violan los rosales,
arrancados de las entrañas,
como se desprenden de la tierra...
cuando no producen nada.
Los pétalos de la guerrera
fueron arrancados de igual manera,
convertidos ya en perfume barato,
a Esterliz eso le dolió más.
Pero ella presintió en aquella nada,
el hombre de la armadura de oro,
con voz de trueno y ojos de paz,
le dijo: Amada ven!
ella dejó su escudo en el suelo,
estremecida en sus brazos,
no volvió a la tierra de Baal
ya nunca más!
pues no pudo caminar sin El...
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Ady Alonit
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Muy bueno, Ady. Un poema que narra una historia, llena de duras frases. Cuántas cosas debió tolerar esa mujer hasta que encontró a su caballero de armadura de oro.
ResponderEliminarMe gustó mucho la frase "dejó su escudo en el suelo"; gran metáfora y, por como venía la historia, pude imaginarla haciéndolo y yendo hacia él.
Un abrazo!
si, los escudos aveces ni sirven para mier"#!, las flechas cuando vienen vienen! jiji un placer que me regales de tu time,para leerme,besos!
Eliminar¡¡Ay!! ¡¡Me ha encantado!! Es tan... ¡¡Tan épico!! Y cada palabra, cada frase... Esta llena de un montón de matices que te permiten ver escenas, más que leerlas... *-* Todos tenemos escudos, todos armaduras... Que esperan a quienes sean capaces de traspasarlas... ^^
ResponderEliminar¡¡Un besazo!!
Me satisface que te guste,es un placer tenerte en mi rincón...te mando un chocobeso!
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